Termino un bolso de piel y lo deposito con cuidado, envuelto en papel de manila blanco, dentro de su cajita de cartón. Escribo con letra desgarbada una nota para María, la meto en un sobre junto a una foto, y cierro la caja, la precinto con hilo blanco y, donde va a ir el lazo, introduzco una pequeña etiqueta de cuero. En una pegatina garabateo el nombre de la destinataria, como he hecho tantas y tantas veces y, cuando menos me lo espero, un halo de emoción me sobrecoge y me arrastra a pasar la mano, muy suavemente, por el dorso de la caja. Es verano y los niños revolotean a mi alrededor, y Rita, que me ha pillado en este gesto espontaneo, me mira y yo no puedo evitar un: “Ya está. Este es el último, eh?” Sonríe, y con naturalidad dice: “Ya lo verás, ahora vas a estar mejor. Va a pasar algo mejor”. Me quedo pensativa intentando averiguar en qué momento he dado señales para que este microbio sentencie un “ahora vas a estar mejor”.

No va a haber próxima colección. Cuando presenté el Summer Retreat, ya no la había, y para mi esta fue la señal más poderosa que determinaba que algo estaba pasando, que algo estaba cambiando. Cuando presento una colección suelo estar trabajando en la otra, y esta vez ésto no pasó, y dentro de mí, sabía que esta temporada la estaba viviendo y saboreando como si fuese una fiesta de despedida. 

Podría hablaros de las dificultades para encontrar materia prima, de la soledad, de la incoherencia de este sistema que cose a impuestos a los más pequeños… pero no, os hablaré de necesidades vitales. Varias circunstancias me han llevado a percibir esta etapa como algo que se cierra. He sentido muchas ganas de parar, de revisar qué es lo que me llevó a montar todo este tinglado, de volver al origen y repensarlo. Reflexionar si mis necesidades siguen siendo las mismas que hace cinco años, cuando empecé con una pequeña colección.

Un buen amigo me decía que la constancia es un valor,  y de repente me pregunto si estoy lanzando la constancia (entiéndase también perseverancia) por la borda. Pero en el fondo de mi, siento que no, que lo único que pasa es que soy otra, que me mueven nuevas cosas, y que necesito simplificar y dar cabida a otros proyectos, no sin cierta dosis de miedo. Realmente no estoy viviendo este final como un final, sino como una transformación de todo el trabajo y el aprendizaje acumulado durante estos años. No quiero cerrar la puerta definitivamente a hacer bolsos, solo necesito tomar distancia, escuchar el silencio, y cuando vea como me siento sin llenar este espacio que ocupaba la creación de una colección, la gestión y venta de ésta, acabaré de decidir.

Resumiendo, que de momento la tienda se mantendrá cerrada, pero el blog no. Después de pensarlo mucho, me he dado cuenta que el blog existe sin la tienda, antes y a pesar de la tienda. En cambio la tienda, quizás no tendría la misma fuerza sin el blog. Así que, como me gusta contar historias, intentaré mantener el blog como un espacio personal, en transición... y ya veremos a donde me lleva. 

 

Para terminar, quiero agradeceros el camino hecho hasta aquí. He sentido un respeto muy profundo por mi trabajo, y siempre calidez y cariño por parte de los que estáis al otro lado de la cadena, recibiendo el trabajo en forma de bolsos, o de textos e imágenes, o como manera de ver las cosas. Un simple gracias no me basta para haceros llegar todo lo que os quisiera decir. Nos veremos pronto, ya sea por aquí o por otro lado.

Para cualquier cosita, podéis seguir contactándome en caterinaperez@caterinaperez.com