25.4.16

Más Sobre New York



Bajo la lluvia, esa lluvia cómoda, Nueva York es preciosa. Los colores se ponen rabiosamente bellos. Esto es una obviedad en la mirada de cualquier visitante, pero no quería dejar de anotarlo. 
Pongo rumbo al Museo de Historia Natural y me bajo unas paradas antes para llegar al museo bordeando el parque. De camino, doy con un par de dólares en el bolsillo de mi chaquetón y soy incapaz de hacer otra cosa que no sea comprarme un hot dog with ketchup and mustard please, y zampármelo en cuatro bocados mientras sigo andando bajo el paraguas.


El Museo, bien. Majestuoso, inmenso, contundente, como un templo, lleno de esqueletos, animales disecados y objetos de otras tribus y culturas. Para mi gusto un poco oscuro, un poco mastodonte. Que nadie se me enfade, pero es que después de ver el Museo de Historia Natural de París, creo que debería abandonar la idea de entrar en ningún otro museo de la misma cuerda.
En el último piso encuentro la única sala luminosa. Allí se exhiben los esqueletos de dinosaurios. Hay unos grandes ventanales que dan al lado oeste de Central Park. Un lugar perfecto para tomar fotos de la calle, los paraguas, los autobuses amarillos, la gente apresurada entre charcos, el asfalto brillante y los árboles desnudos. You look like a profesional. Una voz grave a mi espalda. Can you take me a picture? Me giro ¿será a mí? Un hombre alto, cincuentón, con pinta de coger aviones a menudo y look distendido, me ofrece su iphone y me pide si le puedo tomar una foto delante del ventanal, que se vean el parque y la silueta de los rascacielos de fondo. Primera sorpresa: el you look like a profesional. Segunda sorpresa, le estoy entendiendo perfectamente. En mi interior pienso tú no eres americano, tu, como mínimo, eres del Norte de Europa o así. Nerviosa y con la presión del youlooklikeprofesional intento tomar tres fotos con un encuadre digno. Luego, que de dónde eres, que oh Barcelona, nunca he estado allí, que a qué te dedicas… Me despido con un torpe have a nice day. Tercera sorpresa: andar sola por un museo, rollo bohemio, te convierte en carne de maduritos paseantes. Y lo digo con conocimiento de causa, pues en este viaje ya llevo dos experiencias similares...


Un poco aturdida, no sé si es el inglés que me roba espontaneidad para torear situaciones de esta índole, o si es el museo, que me esconde su salida, consigo llegar a la calle. Llueve con ganas y un par de armarios de seguridad no nos permiten quedarnos bajo el porche del museo. Esto también lo he observado, los neoyorkinos están muy bien organizados y son muy resolutivos en situaciones de aglomeración. Tienen mano para estas cosas, nosotros parecemos un rebaño manso y ellos tienen el arte del perro de tura.


Paseo por las calles del Upper West Side, embobada con la primavera, con la lluvia, y con todas esas casitas de escaleras y ventanas ideales que hemos visto en tantas y tantas películas. Subo Amsterdam Avenue, dispuesta a descubrir si Barney Greengrass es como había imaginado. Puedo asegurar que sus cafeteras redondas de cristal con tapón rojo, sus mesas de mármol abarrotadas, sus estantes llenos de latas de caviar, encurtidos, mermeladas y salsas impensables, las cestas de bagels, los mostradores con bandejas de salmón, el personal, con esos delantales blancos rudos, no me defraudan en absoluto, pero también siento por primera vez que preferiría hacer mis excursiones acompañada, compartiendo esos egg overeasy, y no tener que guardar todo lo vivido en  doce horas como material para avasallar a Andrés cuando nos reunamos en el hotel.



2 comentarios :

Olga O dijo...

...adodro mis momentos de paseo solitario porbuba ciudad...pero que no sean muchos pq enseguida empiezo a echar de menosbybel acto en si no tiene tanta importancia

Olga O dijo...

...adodro mis momentos de paseo solitario porbuba ciudad...pero que no sean muchos pq enseguida empiezo a echar de menosbybel acto en si no tiene tanta importancia