19.8.15



19 de Agosto, 2015

El verano para mi no es una época fácil. Podríamos decir que a menudo se convierte en días que percibo complicados y placenteros a partes iguales.  El verano es una etapa de nuevas rutinas (o no-rutinas) y de nuevos matices en cuanto al tiempo que pasamos juntos. Cada verano lo podría resumir como un nuevo baile, un baile desenfadado y fresco esos sí, pero al fin y al cabo nuevo, y es por ese motivo que tenemos que acoplarnos los unos a los otros, aprendiendo los pasos de esta nueva coreografía y entendiendo nuestra nueva pareja. 

Desde que hemos vuelto de nuestro viaje por el "norte", que necesito escribir algo sobre la hospitalidad.


Estos días nos hemos sentido muy afortunados de tener los amigos norteños que tenemos, que nos han dado una buena dósis de hospitalidad y amor preparándonos dos camas gigantes y preocupándose de barrer las arañas del techo de una casa de campo, misión que, como os podéis imagianar, por las características del enclave de dicha casa, es prácticamente imposible. Que te paseen, a ti y a tu família, a pesar de que tus hijos no paren de refunfuñar, que un francés en delantal te cocine un pollo delicioso mientras te pones al día con tu amiga, que te aguanten los soplidos y los ojos llorosos cuando sientes que las cosas no van bien, y que te compren leche de avena porqué se acuerden de que la última vez que estuvieron en tu casa no había leche de vaca, ésto es una lección de hospitalidad.


Sentir que alguien está contento por tu llegada. Que te preparen un arroz negro delicioso, dejando que tu hija sea pinche de la operación. Hospitalidad es que el desayuno se alargue hasta la hora de comer, hospitalidad también es una tarta de manzana y una infusión antes de acostarte. Y que, sin tener que pasar por el bochorno de decirlo, se acuerden, con toda la naturalidad del mundo, de que a tus treintaypico todavía necesitas una luz encendida en el pasillo para asustar a los miedos.  Que a medianoche, cuando alguien no se encuentra bien, salten de la cama para echar un cable, con cara sonriente y de estar más fresco que una rosa. Y contemplar como tus hijos establecen sus propios vínculos con tus amigos, con espontaneidad y, al fin y al cabo, sintiéndose como en casa, creo que ésto también es hospitalidad.


Que hagan una hora de cola contigo, aguantando un viento frío, para visitar un sitio turístico pero imprescindible. Que te descubran sitios secretos y auténticos, compartir en una mesa anécdotas y chipirones. Pasear sin rumbo fijo. Percibir las ganas de alguien por mostrarte la esencia de su ciudad, sus rincones favoritos y sus tiendas de toda la vida. Excursiones infinitas que terminan con la puesta de sol contemplada desde un acantilado, sabiendo que estás haciendo algo especial, único y que quedará para siempre en el álbum de recuerdos familiares. Que te ayuden a encontrar el detalle más autóctono, ya sea azabache, sobaos, un buen queso o cerámica. Hospitalidad también son sonrisas y abrazos... y que te inviten a un helado.

Volver a casa, mirar atrás, y sentir el deseo de abrir las puertas de tu casa siempre que haga falta. Me he dado cuenta de que hospitalidad es conocerse más, estrechar lazos, y este hecho te llena el alma de una sensación dulzona de agradecimiento infinito.

14 comentarios :

Raquel Feria Infographics and Illustration dijo...

Bonitas vacaciones, muy enriquecedoras, por lo que puedo entreleer.

Blanca dijo...

... y hospitalidad también del viajero, que comparte con sus anfitriones mesa y mantel para atender las necesidades de un joven que comienza a soñar con incluir el arte en su vida. Un placer y gracias, por lo que me toca.
Blanca

Montse Llamas dijo...

Para mí la hospitalidad es una de las expresiones más fuertes de generosidad. Y de amistad sincera. Abrir tu casa, tu intimidad y dedicar tu espacio y tu tiempo a otros. Solo se puede hacer si se tiene un corazón grande.

Caterina Pérez dijo...

sí, Rachel :) gracias!

oh, blanca, muchísimas gracias!! fue un placer conoceros, en serio.

y tanto, montse, y tanto!

Segundos de esperanza dijo...

Aixns que bonic i el que mes m agrada es que et despulles emocionalment amb les teves precioses paraules

Segundos de esperanza dijo...

Aixns que bonic i el que mes m agrada es que et despulles emocionalment amb les teves precioses paraules

Blanca - BePunt dijo...

Que bonic... y quines vacances :)

Raquel Regueira dijo...

Querida Caterina, reina de la luz en tus palabras, en tus fotos, en tu risa...en tu baile...muchísimas gracias por este post
Te/ Os queremos!!

Nunu dijo...

Escribes genial y sientes mejor...un placer leerte.

Caterina Pérez dijo...

moltíssimes gràcies esperança! em fa molta il.lusió el teu comentari.

gràcies blanca! sí, amb amics sempre s'està bé, i al final el paisatge és el de menys ^_^

y nosotros, raquel, y nosotros!

muchíssimas gracias nunu. Me hace muy feliz saber que me lees con cariño! un abrazo.

lorena dijo...

Precioso...yo siento la hospitalidad como una mini-bola de luz, un sol pequeñito que se me coloca justo encima del estómago, un sol templado y muy sonriente como estos que dibujan los niños y ¡que me hace sentir taaaan bien! Lo siento de manera muy física. De igual manera siento algo físico, desagradable, como una náusea, cuando no estoy a gusto en algún lugar o no quiero que alguien esté en mi casa. Es un placer identificar estas sensaciones. Me alegro de tus días plagados de solecitos.

Unknown dijo...

Acaso no es eso invitar amigos a casa, no es abrirla ellos, y abrirse a ellos.
Los veranos tampoco son fáciles para mí...el tiempo se me estira pero no se llena...es raro.
Y escápate al norte siempre que puedas...el norte tiene algo especial...incluso en invierno ;)

Olga O dijo...

Qué bonito escrito y qué bonitas emociones. Pararse a leer sobre hospitalidad no es nada comparado a pararse a escribir sobre ello, acompañarlo de fotos narrativas preciosas y abirse al mundo tal cual una es. Gracias por escribir sobre estas cosas.

Alice dijo...

El mundo es mejor y más bello con gente que recibe como tus anfitriones y gente que agradece como tu! magníficamente escrito, descrito y compartido, gracias Caterina!