Frotar con un cepillo enjuagado. Quitar la carcoma con paciencia de artesano. Entrar en una tienda que
huele a mimbre y salir con un rollo de cuerda bajo el brazo. Tirar de
cada pasada hasta que te salen ampollas en los pliegues de los dedos.
Aprovechar un retal que suena a telar. Cortar y pespuntear. Encontrar
entre los copos de lana trocitos de heno del Pirineo. Arañar con furia
minutos robados para reconstruir un rincón donde sentarse cuando el fregadero ya está vacío. Como sin querer, heredé la silla más bonita del mundo, envuelta en sensaciones buenas e imágenes llenas de intimidad.
3 comentarios :
Hacia mucho tiempo que no leía algo tan bonito, mimas sincera enhorabuena.
Un abrazo.
www.madelfotografia.blogspot.com
muchísimas gracias gema. Un beso!
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