El verano ya daba claras muestras de apagarse cuando
fuímos a dar un paseo por el bosque. Encontramos un nogal escondido en un margen del camino. Pasamos un buen rato estirándonos tanto como podíamos para alcanzar las
nueces, y salimos de aquél rincón con un buen puñado de ellas y
sintiendo nuestro animal recolector jadeando y ilusionado.
En pocos días las
cáscaras verdes han ido perdiendo volúmen y enegreciendo. Una a
una las he abierto, las yemas de los dedos se me han teñido , y entre aquella cáscara blanda y húmeda han aparecido unas
pequeñas nueces.
Este año no ha llovido bastante, las nueces no son especialmente voluptuosas ni su sabor es demasiado dulce. Aún así, la textura es compacta y el sabor intenso.
En estos días que el otoño parece estar haciendo un golpe de efecto, si sóis de
lectura y mantita, aquí os dejo algunos de mis cuentos favoritos... el post lo ha hecho Esther, una clienta muy agradable que resulta que tiene un blog de lecturas infantiles (y otras
historias). También os dejo este tutorial para haceros unas zapatillas, habrá que ir pensando en ello ;)
Feliz fin de semana.
4 comentarios :
ohhhh, el nogal de la reserva, nosotros lo solíamos visitar. Por ahí hay también un ciruelo y un peral.
Ohhhhhhh! una noguera!!! Quan de temps... de petita, al jardí del meu oncle n'hi havia una d'enooorme, recordo haver tastat aquelles nous...eren petitones, però tenien mil gustos!
morenetaonline, que bé haver despertat aquest record en tu :)))
menduca! cómo estáis?? un ciruelo y un peral? estos no os tengo controlados! ;) Un beso.
El Peral estaba cerca de las ruinas, a la izquierda del camino, por una senda muy poco marcada. El ciruelo no tengo idea, a veces lo veía cuando buscaba moras y siempre estaba con los frutos o verdes o pasados.
Quizás es siempre así, no apto para nosotros.
Publicar un comentario