...només cal saber triar el gra de la palla...

Desde que estoy intentando que lo que hago sea un poco más rentable, manteniendo el repeto con mis principios y buscando la fórmula para ir creciendo poco a poco sin saltarme ningún peldaño, intento consumir (sí, con-su-mir) en la medida de lo posible, productos locales o cercanos, con gente detrás que se deja las horas para hacer el trabajo bien hecho, y que son ejemplo de que las cosas hechas con amor y coherencia tienen un gran valor añadido. Pequeñas empresas (o futuras pequeñas empresas) que han nacido a partir de un sueño, y que con su perseverancia, consiguen ser autosufiecientes.

A menudo, el precio no dista tanto de lo que puedes comprar en cualquier tienda, de esas en las que es imposible conocer a la persona que ha pensado lo que estás comprando, con un producto que ha pasado por las manos de trescientos intermediarios, y con un precio, a menudo, sospechosamente barato.

Así que, si me lo permitiís, me gustaría enseñaros algunas de mis últimas adquisiciones. Se trata de regalitos.

Un pañuelo de señor con personaje (muy blandito) de Yohi & Olivia, para el segundo bebé de mi amiga Marta.

Una gargantilla y unos pendientes cacao, de Keboniko, para Cande, que además de estar súper guapa con ellos, le da un toque de color al frío.

Un pañuelo de Sietedelonce.
Para mi.

Que aprovechéis mucho este laaaaaaaargo fin de semana!